lunes, 20 de julio de 2009

Zapallar













































jueves, 28 de mayo de 2009

Lluvia



No recuerdo el día en que nací, solo sé que llovía.

Mi primer segundo de conciencia me mostró todo lo que sería mundo: el olor a la madera mojada; la tetera blanca, que de blanca bien poco tenía, solo unos manchones cremas sobre un universo negro; el galope constante de las gotas sobre las lentejuelas de Alerce del techo y aquel gigante mar, que para todos era un canal, pero para mí lo era todo y nada, todo nacía y moría ahí, por eso era mar, casi la totalidad de mi mundo.



Todo esto se terminaba por complementar con algunas casas desperdigadas sin mucho orden, una pequeña estructura de palos para recibir a los botes de los pescadores y la Iglesia de los Salesianos que estaba a 300 metros de mi casa. Acceder a ella era tan difícil como para Jesús pudo haber sido subir el monte de los Olivos con su Cruz. Pero lo que dificultaba el acceso no eran los romanos que se aposentaban en sus escalones, sino que el musgo que pintaba el camino producto de la lluvia eterna de Puerto Edén.



Mi papá no tenía apellido, solo Gregorio. En cambio mi mamá se llamaba Isabel Edén. Teniendo en consideración que vivíamos en Puerto Edén, era como si no tuviera.

Somos Kaweshkar, nunca tomamos en consideración la necesidad de tener un nombre. Al final de mis días obtuve uno, el nombre con el cual iría finalmente a acompañar a los míos que ya habían partido, con ese nombre ya no seguiría navegando por lo inmensos canales como lo hacía mi gente, sino que remaría en el mar, junto con los espíritus de los que ya no están, es el nombre con el cual debí nacer.

Me dicen Lautaro Edén Wellington, mi nombre es Terwa Koyo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

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Caleta Punta Choros



Llanos del Challe



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Pan de Azucar


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